martes, 8 de junio de 2010

Problemas de ¿motivación?

Hoy tocaba conseil de classe de la clase con la que he tenido más dificultades este año en el instituto de secundaria en el que trabaja. A pesar de ser un grupo bastante reducido (19 alumnos) el ambiente no era nada bueno. No digo que fueran malos chicos y me insultaran y pegaran mientras lo grababan en el móvi, nada de eso. Lo que pasa es que parecía que cierta apatía los atrapaba y se dejaban envolver por ella. He hecho bastantes esfuerzos para animarles a que participaran más pero hay barreras difíciles de saltar: una de ellas es la enseñanza francesa de segundas lenguas. Básicamente los alumnos se dedican el año entero a comentar textos literarios y, a partir de ellos, aprender todo lo demás. Yo estoy totalmente en contra de tal metodología (bien lo saben mis alumnos) porque no considero que sea un modo adecuado de enseñar un idioma extranjero. Ahora bien, aun intentando llevar al aula actividades más dinámicas, el esfuerzo para decir una frase en español (sin tener en cuenta que fuera gramaticalmente correcta) era una proeza hercúlea.
La otra barrera es que estos alumnos están en la filial científica y creo que poco les interesan el inglés y el francés (así es, en Francia estudian dos lenguas extranjeras incluso los científicos).
Pues bien, en la reunión de profesores para evaluar a cada uno de los alumnos de modo individualizado nos hemos dado cuenta del desastre que ha sido este año para algunos de estos alumnos. Notas pésimas debido a una falta de trabajo ofensiva ante la que algunos de los profesores nos sentíamos impotentes.
Sin embargo, lo peor es que si las familias así lo desean, sus hijos podrán pasar a Terminale (el último curso del Bachillerato) aunque hayan suspendido todas las asignaturas. Eso sí, nosotros hemos dado nuestra opinión sobre lo que creemos que sería lo más beneficioso para el alumno (ya sea repetir o cambiar de rama) pero la última palabra, contra la que no podemos hacer nada, es de los padres.

lunes, 7 de junio de 2010

Trabajar con niños

Durante mi trayectoria como profesor de ELE he tenido a alumnos de casi todas las edades pero hasta el año pasado nunca había trabajado con niños. Cuando me propusieron enseñar el español a un grupo de peques de entre 4 y 7 años durante varios trimestres, la verdad es que una atmósfera cargada de nubes de incerteza me sobrevoló. Tengo muchas actividades creadas y adaptadas para adolescentes, adultos y menos jóvenes pero el cajón de niños estaba vacío y con candado. Así que lo que necesitaba era hallar la llave e iniciar una nueva aventura educativa,pero antes de eso tenía que limpiar el cajón de todos los prejuicios y creencias que pudiera tener con respecto al hecho de enseñar un idioma a una edad tan temprana.

Yo, lo admito, tengo una visión bastante gramatical de la enseñanza de una segunda lengua, y eso que no soy filólogo. ¿Qué significa esto? Pues que la gramática juega un papel importante en mis clases, en mi planificación. Eso no quiere decir que haga una enseñanza tradicional en el sentido más peyorativo posible, no. Trato de llevar a cabo tareas (aunque todavía me cuesta captar la esencia de este concepto tan conocido teóricamente y en la teoría), crear blogs para mis alumnos, buscar información para hacer exposiciones sobre aspectos de la cultura española (o no), etc. Es decir, no nos dedicamos a rellenar huecos pero ahora bien, sí intento ayudar a mis alumnos a que tengan una conciencia gramatical, a que descubran ellos reglas gramaticales, a que las sepan expandir a otros contextos.

Pues bien, con los niños no me veía haciendo este tipo de cosas. No puedes enseñarle a un alumno que no sabe leer la conjugación de un verbo, así que tenía que adaptarme. Debía hacer que los alumnos aprendieran jugando, sin darse cuenta de que aprenden (cosa sumamente compleja), proponiéndoles múltiples actividades durante la hora y media de clase para que se aburrieran o desconectaran.

Han pasado ya casi 6 meses desde que empecé esta nueva experiencia y de lo que estoy seguro es de que tras esa hora y media salgo agotado. Necesito tal concentración para no perder el hilo (y a veces los nervios), para que aparquen un poco el francés (o que no olviden que están en una clase de español) que las fuerzas se desvanecen tras esa “terapia”. También creo que han mejorado su comprensión auditiva y que tienen un mayor vocabulario pero está claro de que todavía me queda mucho por aprender de ellos, de su modo de aprendizaje, de cómo motivarles a lanzarse a hablar un idioma que no dominan sin ese miedo al error, a que no se aburran a veces en clase, a que sigan viniendo…

No sé si el próximo año seguiré teniéndolos pero sé que ellos me han hecho que hoy sea mejor profesor.

martes, 1 de junio de 2010

Españoles en el mundo

Sé de bastantes profesores de ELE que han decidido dejar la nostra terra en busca de un futuro más esperanzador. La situación laboral de muchos profesores de ELE en España, tan comentada y consabida, ha hecho llenar maletas y comprar billetes. Y ahora, debido a esto, nos podemos topar con un colega en casi cualquier parte del mundo y ya no nos choca tanto.
Esto me ha pasado recientemente, cuando supe que, en un lugar muy alejado y poco conocido del globo en el que había estado trabajando, había un miembro del foro Formespa.
Creo que los profes de ELE, como pueden ser los de ESL desde hace tiempo, nos hemos convertido en aventureros que ya no solo buscan una economía mejor sino también un mayor conocimiento del mundo, de sus culturas, de sus lenguas a través de los viajes y experiencias vividas.
En nuestro oficio sabemos que, a menos que seamos funcionarios o similar, Heráclito tenía razón. El mundo es movimiento constante. Un profesor no enseña siempre a los mismos alumnos, ni en el mismo centro ni de la misma manera. Las puertas no están cerradas ante nuevos retos, ya sea en Eritrea o Vanuatu, si la ocasión (no solo financiera) lo merece, y la verdad es que me alegra formar parte de tal colectivo. ¿Y a ti?